Yelp, ayúdame, en tu amistad he puesto toda mi faith

Los amigos de Yelp me han dado una chapita (virtual) y me han nombrado «élite», o sea, ser lo más de lo más. La verdad es que con más de 225 fotos colgadas, me lo he trabajado. Ha sido un no parar de colgar muchas fotos de sitios, muchas críticas de sitios y, me temo, muchos errores ortográficos, ya que lo escribo todo en inglés (aunque lo escribo mejor que lo hablo, algo que intuyo también le pasará a Sofía Mazakittens). Obviamente, a ellos les interesa tener contenta a la gente que les mantiene la web lucida (lapiedra) y espléndida, como un servidor, que no hay sitio al que vaya que no piense «me saco unas fotitos para Yelp». Y yo voy con la cámara, ya sabéis, aquellas máquinas especiales que había en el pasado para retratar sitios bonitos. Cuando las fotos eran del sitio y no de uno mismo en el sitio. Que no es un «le saco una foto de canto con el móvil y listo». No, no. Yo voy al ángulo, al enfoque, al «voy a esperar a que ese bigotudo amigo deje de mirarme para cascar una foto en contrapicado».

Y es que a mí esto de ir a sitios y luego hablar de ellos es una cosa que me encanta y que llevo haciendo desde hace muchos años. Alguno de vosotros habrá leído alguno de los posts que publiqué en DolceCity, primero en Dublín (la primera vez que estuvimos viviendo aquí, entre 2009 y 2010) y más tarde en Madrid (desde finales de 2010 hasta octubre de 2014). Me pirra eso de dar mi opinión como usuario. Y estoy pensando que, me gusta tanto, que tendría que dedicarme profesionalmente a ello. A nadie le interesan tanto mis opiniones como para ganarme la vida con ello, pero quizá haya otro modo. Voy a encontrar el agujero en el sistema. Mientras, podéis enteraros de qué sitios visitamos Loida y yo en Dublín siguiendo mi cuenta de Yelp. La última cafetería que nos tiene arrebatados se llama Joe’s, está inserta en unos grandes almacenes tipo Corte Inglés llamados Arnotts, y presenta quizá el mejor café del centro de Dublín. Si venís por aquí y estáis en pleno meollo, no lo dudéis. Además, le hacen unas formitas de Mockingjay (¿o es un cisne?) a la espumita que dan ganas de tirarse dentro de cabeza.

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Y no, por supuesto que en Yelp no me pagan, ni siquiera en monedas de chocolate (ah, clásicas), pero se dice, se comenta, que ahora que soy élite van a invitarme a unas cuantas cositas… Venga, venga, que se vea.

St Patrick’s Quiz

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Not an accurate representation of St. Patrick. This is an M&M.

 

¡Feliz San Patricio! Especialmente a ti, Patricia, la presentadora de «El diario de Patricia». Para celebrar este 17 de marzo en el que estaré en el trabajo (sí, mis dudas se despejaron y me ha tocado ir hoy martes) mientras Dublín goza de un desfile que lo flipas, he creído oportuno:

1. Golpearme con un martillo en la entrepierna para mitigar mi rabia interior

2. Proponer en el blog unas preguntas para ver cuánto sabéis realmente, queridos lectores, sobre San Patricio. He mangado las preguntas de mi trabajo (del trabajo en sí, del concepto de trabajo) y las casco aquí debajo, dentro de pronto las respuestas (antes tengo que buscarlas en Google, jajaja). ¡Suerte!

1: Where was St. Patrick born?

a- Dublin

b- Wales

c- Patricksville

d- Chicago

2: What was St. Patrick’s given name at birth?

a- Calvin Klein

b- Marvin Stewart

c- Maewyn Succat

d- Miles Stone

3: What did St. Patrick use the Shamrock for?

a- To fan the pirates

b- To decorate his hat

c- To help explain the concept of the Trinity

d- As a spice in his salad

4: What does legend say St. Patrick drove out of Ireland?

a- Snakes

b- Pirates

c- Cars

d- Lizards

5: How long did St. Patrick’s mission in Ireland last?

a- 30 days

b- 3 years

c- 30 days

d- 30 years

6: When did St. Patrick die?

a- March 17, 461 AD

b- March 18, 461 AD

c- March 17, 261 AD

d- March 17, 461 BC

7: What happens if you don’t wear green on St. Patrick’s Day?

a- You get to pinch someone

b- You get pinched

c- Your hair turns green

d- You get kissed by a toad

8: What should you do to be lucky on St. Patrick’s Day?

a- Find a four-leaf clover

b- Wear green (so you don’t get pinched)

c- Kiss the Blarney Stone

d- Catch a Leprechaun

e- All of the above

Aquí llega San Patricio

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San Patricio no es esta persona de arriba. La de arriba es Loidita, posando cual duendecillo irlandés en nuestro reciente viaje a Galway (en breve pondremos las fotos por aquí). La imagen es para ilustrar cómo vive este país la llegada del 17 de marzo, o sea, el día de San Patricio. Este santo varón es el patrón de Irlanda, y aquí la gente se pone como una moto cuando hay que celebrar su día. Los irlandeses lo dan todo a la hora de los festejos, así que han extendido la fiesta a cuatro días y se han sacado un festival de la manga: «St. Patrick’s Festival», del 14 al 17. Si vais a venir a la isla, esto es lo más interesante del pispo:

· What if Dublin (14 marzo): Instalaciones artísticas desperdigadas por toda la ciudad que proponen reimaginar Dublín. Esta foto, con el río Liffey más accesible al pueblo, me parece maravillosa. ¿Y si hicieran esto de verdad? Unos escalones para acercarnos al río… yes, please!

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· «The Snapper» Q&A with Colm Meaney (14 marzo): El actor Colm Meaney es un tipo nacido en Dublín allá por 1953 y yo lo conocí viendo… «Con Air» (uno es quien es). Después he ido descubriendo que tiene muchas más cosas en la mochila, como por ejemplo haber protagonizado las adaptaciones cinematográficas de «The Commintments», «The Snapper» y «The Van», novelas de Roddy Doyle que forman la llamada «Barrytown Trilogy», tres libros protagonizados por la misma familia irlandesa. Pues bien, van a pasar «The Snapper» el sábado a las siete de la tarde, de gratis, en el Rotunda Hospital, que es uno de los escenarios del libro. Ese día entro al trabajo a las 11 de la noche, a ver si hago el encaje de bolillos y puedo verla.

· Irish Boat Races (14 marzo): REGATA A MUERTE entre la University College Dublin (UCD, como el partido político) y la Dublin University (Trinity College). Solo por ver el espectáculo regatero en pleno río ya merece la pena. Empieza a las 3:30pm en O’Connell Bridge.

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· St. Patrick’s Festival Parade (17 marzo): El plato fuerte, por supuesto, es el desfile del día 17 que inundará toda la ciudad. Habrá bandas de Estados Unidos, Alemania e Irlanda poniendo música, mucho color verde y mucha Guinness desparramada, intuyo. El recorrido, dicen, irá tal que así: Parnell Square, O’Connell Street, Westmoreland Street, Dame Street, Lord Edward Street, Christchurch Cathedral, Patrick Street, St Patrick’s Cathedral. ¿Podré vivir POR FIN el desfile en directo… o me tocará trabajar?

10 diferencias entre los irlandeses y los españoles

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Maticemos: 10 diferencias básicas, superficiales, apreciables a primera vista. Todas ellas, por supuesto, subjetivas. Vamos pues con esas 10 diferencias que separan al hombre irlandés, llamémoslo Paddy (short for Patrick, quizá el nombre más común del país) del típico señor español, al que llamaremos Paco:

1. El irlandés te ayuda en la calle. Cuando estás buscando una dirección, te tiende la mano. Y no para robarte el móvil (esto es algo más propio de Paco). Paddy, nuestro irlandés tipo, es capaz de frenar su coche, bajar la ventanilla y preguntarte si necesitas ayuda para ir a algún sitio si percibe por tu mirada despistada (y andares patizambos, en mi caso) que estás buscando alguna dirección. Paco es más de preguntar: «¿Has probado a buscarlo en Google Maps?». Querido Paco, estimado chamán… jamás se me hubiera pasado por la cabeza buscarlo en Google si no fuera por tu comentario… O eso, o es que NO TENGO INTERNET EN EL MÓVIL.

2. El irlandés es amable. Lo de ayudarte cuando le preguntas una dirección podemos extrapolarlo a todos los ámbitos de la vida. Aquí hay menos pitidos de los coches, menos gritos, menos prisas y menos malos humores en la calle.

3. El irlandés fuma cigarrillos electrónicos. En Dublín hay auténtica pasión, casi un fervor propio de videoclip de Chimo Bayo, por los cigarrillos electrónicos, los e-cigars. Grandes y pequeños (sí, sí) le dan al palito de colores ese que da gusto. Supongo que media ciudad está intentando dejar de fumar y el primer paso es mudarse a la alternativa electrónica. En Madrid apenas vi a dos o tres personas, tal vez eran espectros, con semejante invento. Me atrevería a decir que de aquí a un año, en Dublín habrá más fumadores de cigarrillos electrónicos que de los normales. Al tiempo. A esto ayuda mucho, claro, que aquí un paquete de tabaco cueste el doble que en España. No es ya un deseo de dejarlo, supongo, sino el deseo de llegar a fin de mes.

4. El irlandés no sabe hacer colas. Paddy, nuestro irlandés tipo, es un hombre extremadamente amable pero extremadamente torpe a la hora de hacer una cola. Ya sea en la parada del autobús, en la carnicería o en la premiere de «50 sombras de Grey» para tocar el pecho de Christian Grey (experiencia que intuyo gozosa). Aquí van todos al barullo y que sea lo que Dios quiera. No se respetan los turnos. En este sentido, Paco, nuestro español tipo, me merece mucha más confianza: Paco sabe lo que cuesta cuidar y mantener el sitio en una cola. ¡Bien, Paco!

5. El pollero irlandés lleva gorrito en la cabeza. Paddy, cuando curra de carnicero/pollero (en las «Butchers», que llaman ellos), lleva un ¿elegante? gorrito blanco en la cabeza, además de un batín blanco; lo que da al gremio un distintivo inmediato. En España a lo mejor lo he visto en algún Carrefour, pero en general los polleros en España va cada uno de su padre y de su madre. ¡¿Pero qué desastre es este?! Pensemos en cuánto bien nos haría un grupo de polleros bien organizados, prietas las filas, que se muevan todos a una, un engranaje perfecto de soldados del pollo, desplegados por la ciudad, demostrando su poder. Ha llegado el momento de que se hagan cargo.

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6. El irlandés come de mal que da asco. No soy muy amigo de topicazos (o sí, depende de si respaldan mis teorías sobre las cosas), pero aquí no queda otra que confirmar lo que ya es sabido: aquí la gente como muy mal. A ver, que Paco puede venir aquí y comprar de todo en cualquier supermercado y hacerse unos platos espectaculares, lo que digo es que Paddy come horrible. Los irlandeses han mamado desde pequeñitos un absoluto desprecio por los platos elaborados. Esta gente lleva en su ADN la sopa, el bocata de pollo, el full irish breakfast y la carne con los vegetales. Y punto. Su «plato estrella» es un filete de pavo/pollo con salsa acompañado de puré de patatas, zanahoria y brócoli. No les saques de ahí. Paco, al contrario, únicamente recurre al plato combinado cuando no le queda otra, como last resort. Siempre se lo digo a Loida: una nación construida en torno a la patata, ¿cómo es posible que nunca se le haya ocurrido la tortilla de patata? Pues porque, en la cocina, son unos auténticos zoquetes. Como yo, que soy español. Pero no hablamos de mí, porque en este caso no me interesa.

7. El irlandés no hace ningún esfuerzo por hacerse entender. Cuando Paddy detecta que eres forastero, esta es su reacción: SE LA SUDA. No piensa hablar más lento o abriendo un poco más la boda. Paddy piensa morir con su forma de hablar aunque tú seas de Cuenca. Paco, al contrario, al menos grita. Grita en español aunque el otro sea de Manchester, sí, pero al menos se esfuerza. Minipunto para el equipo de los Pacos.

8. El irlandés adora España. Paddy no pierde ocasión para mencionar cuánto le gustó España, El Sol y Las Tapas (la triada mágica) o cuántas ganas tiene de ir. La reacción de Paco ante Irlanda es la siguiente: SE LA SUDA.

9. El irlandés no siente el frío. Acostumbrado desde pequeño a unas temperaturas entre frías y polares, a Paddy se la refanfinfla (no sé a qué espera la RAE para incluir la palabra) que haga frío en la calle: él sale en manga corta. Las chicas salen con escote y minifalda. Esto es un descalzaperros. Los españoles, Paco y nosotros, las pasamos canutas con estos vientos hipohuracanados, estos fríos demenciales. La piel de esta gente es gruesa como una mujer negra de cincuenta años de Louisiana.

10. El irlandés es optimista. No sé si el español lo es, no tengo ni idea. Lo que sí sé es que el irlandés es positivo, está menos maleado por el día a día, no tiene esa mala leche española, esa retranca, esa cosita…

El festival de cine de Dublín, esa moneda al aire

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Me gustaría decir que soy muy de festivales de cine. Que no me pierdo uno, que si la Concha de Oro, la Biznaga de plata y la Bella Easo de bronce… pero mi vida festivalero-cinematográfica se limita a un festival de Sitges (muy divertido, la proyección del «Halloween» de Rob Zombie fue potentísima; la de «I’m a cyborg but that’s ok» dio para chascarrillos y siestas por igual), un par de festivales de San Sebastián, un par de festivales de Gijón y… (oye, vas sumando y salen unos cuantos). Pero vamos, que han sido cosas casuales. No los voy siguiendo como a los Rolling on tour. Pero si hay un festival al que le tengo ganas es al festival de cine de Dublín… que, por supuesto, tiene un nombre oficial mucho más pomposo (y patrocinado): Jameson Dublin International Film Festival. Bueno, al menos lo patrocina el whisky local. Con lo que molaría llamarlo «Duflim», así, a lo loco. Vamos al Duflím… ¿Cómo dices, al Dubfilm?… No, no, DUFLÍM.

Al festival le tengo ganas porque de ahí puede salir lo mejor y lo peor. Pero sobre todo lo peor. Yo le tengo mucho cariño a esta ciudad pero es intrínsecamente cutre, las cosas como son. Los dublineses lo saben y lo afirman con orgullo. La ciudad es capaz de grandes cosas, despliegues estupendos, pero lo que circula por sus venas es cutrez. Honesta y pura cutrez. Así que esto del «festival internacional» les puede salir muy mal (tipo choni poniéndose glamuroso, tortazo seguro). ¿A qué estrellas de esas internacionales que dicen habrán invitado? ¿Se volcará la ciudad en el festival o será una cosa marginal con Colin Farrell yendo a las premieres en autobús? Y, lo más importante de todo, ¿habrá peliculones, cosas interesantes, o esto va a ser una cosa crazy total?

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Curioseando en la web oficial, esto es lo que he sacado en claro: mucha peli irlandesa de estreno (es lo suyo), cosas de Nicolas Winding Refn («Drive», «Only God Forgives») y Mads Mikkelsen, estrenos españoles como «Marshland» (o sea, «La Isla Mínima»), pases de clásicos como «A sangre fría» o «What’s up doc?», cosas de Guy Ritchie… y el plato fuerte del festival para mí: la proyección de «The Water Diviner», primera peli dirigida por Russell Crowe. El Tito Russell estará en la premiere. Y yo, por Russell, mato.

… I mean, come on:

PD. Acabo de descubrir que ya no quedan entradas para la peli del Tito Russell. La vida es un disparate, un jarro de water diviner en la cabeza, una diáspora.

Libros a 99 céntimos en Hodges Figgis, una de mis librerías preferidas de Dublín

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El otro día volví a casa con la mochila llena de libros (y de sueños, pero lo importante ahora son los libros). Que si uno de una autora escandinava de crímenes, que si «Girlfriend in a coma» de Douglas Coupland, que si el libro en el que se basó la peli «Los hombres que miraban fijamente a las cabras» (la sinopsis me mordió como un vampiro), que si otro el de «Las cenizas de Ángela», que si el de más allá una biografía no autorizada de Simon Cowell (The X Factor me pone cosa mala), que si otro más una pedazo de biografía de Sean Penn aclamada por The Guardian… así hasta 10. Loida flipó. Por dos motivos:

1) «¿No habíamos quedado en que no íbamos a inundar la casa de libros?»

2) «¿¿10 libros por 10 euros?»

Pues sí, amigos. 10 libros como 10 soles por 10 euritos (9´90, actually). Durante 20 días desde el 20 de febrero, una planta entera de paperbacks (libros de «tapa blanda») a 99 céntimos y libros de tapa dura (hardbacks) a 3 euros. Es la última locura librera de esta ciudad, cortesía de Hodges Figgis, una de mis librerías favoritas de Dublín. Fundada por John Miliken en 1768 (¡más antigua que los tiranosaurios!), Hodges Figgis es la librería más grande de Irlanda, aparece mencionada en el primer capítulo del «Ulises» de James Joyce (… que no, no he leído) y ha sobrevivido a guerras, rebeliones y la competencia feroz de otras librerías. Waterstones, la gigante británica, tenía local justo enfrente hace 4-5 años (ahora es un Tower Records im-prezionante del que ya hablaremos). Obviamente, Dawson Street era y es una de mis calles favoritas de Dublín.

… No porque se llame «Dawson», sino por lo de los libros.

La conexión de esta ciudad con la literatura y los libros es maravillosa. No lo digo solo por su larga y bien conocida tradición de escribientes famosos, sino porque los libros, leer, forma parte del día a día de esta gente. Esto para mí es rarísimo (se me olvidó mencionarlo en las 10 cosas rarísimas de Dublín). La señora que pasa con el carrito de la compra (lleno de berzas) por delante de Hodges Figgis se detiene a ver las novedades que han colocado en el mostrador. Cuando el Chapters (otra librería que me da la vida) abre a las 9 de la mañana un día de diario, hay personas haciendo cola. Los libros, lejos de ser objetos caros y alejados de la gente, están tan insertados en su vida como el pan con mantequilla o el paraguas. El irlandés lee, compra libros, los deja, los saca en el LUAS, los relee, los mangonea. Vive con ellos, en definitiva.

Libros a 99 céntimos… cómo voy a contenerme. No me pidáis imposibles.

PD. En la foto, en el borde superior, podéis ver parte del hocico de Jabuguita (nuestra cerdita del IKEA), el Vicks Vaporup que está usando Loida para su interminable catarro y mi móvil Nokia de 1567.