Estar en Dublín sin estar en Dublín

El mayor problema que estoy teniendo en Dublín es que… bueno, no estoy experimentando Dublín. No la estoy disfrutando. Estoy tan enfrascado en ese trabajo que me quita la vida (literalmente, el estrés que me genera se está cebando en mi coronilla y en mis ojeras) que apenas tengo tiempo para atender la ciudad donde vivo. Mi día a día viene a ser el siguiente: levantarme, buscar trabajo intensamente en todas esas webs que no valen para nada (I’m looking at you, LinkedIn) mientras me tomo un café como el viejo que soy, salgo a correr entre tres cuartos de hora y una hora mientras escucho un podcast, vuelvo a casa y me ducho, veo un capítulo de algo mientras como, me visto y salgo al trabajo, MUERO. Repeat the same day. Pura mierda. Los findes me vuelco en toda esa manduquita que me revive parcialmente: cine, cómics, libros, comer/cenar fuera. A Dublín, a conocerla, explorarla, desgustarla… no le dedico nada de tiempo. Cero. Me suelo enterar de las cosas una vez ya han pasado, “Ah, pero, ¿hacían esto en Dublín?”… (Por ejemplo, soy muy fan de Kevin Smith, estuvo la semana pasada aquí y me enteré ayer… PERO QUÉ INVENTO ES ESTE?!)

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Podría decir “culpa mía” y, sí, bueno, es culpa mía pero… cuando lo que hago ocho horas al día, la cosa a la que le dedico más tiempo de mi vida, me amarga tanto la existencia, lo que quiero en mi tiempo libre es ir a tiro hecho. Experimentos, pocos. Excursiones, las justas. Mi cine, mi Musashi, mi rebuscar libros en Chapters (no hay forma de que rebajen el precio de los cómics y mira que hay libros que los regalan…), mis clásicos. Lo que viene siendo A-TIRO-HECHO. Es verdad que podría currármelo más y, por ejemplo, un día que acabe de trabajar a las cinco de la tarde, irme al centro a hacer cualquier historia… pero acabo tan tocadito de la cabeza y el transporte de ida y de vuelta es tan cansino que paso, me quedo en este reducto a donde nos mudamos el año pasado.

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Sueño con otro trabajo y otro piso, pero ambas cosas me quedan ahora mismo bien lejos (había escrito por error “ahora mimo”, lo que sería una posible salida laboral, convertirme en mimo, que la única atadura sea cuando haga la performance de cerrar un candado y tirar la llave…). En fin, la vida, hay que aguantar.

Por cierto, al principio del post dije que este es “el mayor problema que estoy teniendo en Dublín”… obviamente, esto no es así. El mayor problema que estoy teniendo en Dublín soy yo. Y es un problema que llevo ya años intentando arreglar y nada, oye. Bit frustrating.

Manifesto: ¿Las mejores pizzas de Dublín?

Llevaba AÑOS escuchando hablar del Manifesto. Sobre todo por parte de mis compañeros italianos del trabajo. Manifesto p’arriba, manifesto p’abajo. Que si el Sano Pizza está bien, pero el Manifesto es SUPERIOR… por fin fui ayer a comprobar qué tenía esa agua tan bendecida y el resultado es…

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… que sí, que las pizzas están muy buenas (probamos la Mama y la Sofía Loren, las dos ganadoras de nosequé premios mundiales de pizzas) pero que los postres no lo están tanto. Antes lo de la pizza: muy ricas, ingredientes TOP y masa tan fina como la del Sano pero un poquito más consistente, no se queda tan soggy como las de Sano, así que creo que la masa es un pelín mejor. Me gustaría probar más tipos. Eso sí, cada pizza costaba 17 euros (las hay más baratas), mientras que las del Sano son 7-8-9 euros. ¿Son 10 euros mejores? Mmmmm, yo diría que no.

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Tema postres: el tiramisú que pidió Loida estaba riquísimo, no es el mejor que he comido ever (ese puesto lo ocupa cualquiera de los que comí en Florencia-Luca-Siena-Bolonia) pero es super-recomendable…

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Sin embargo, la «panacotta» que pedí es una de las mayores tomaduras de pelo que me han servido en un plato en mi vida. Tres piezas de un puzzle absurdo. Os dejo la foto y os digo el precio: 7,5 EUROS, como todos los postres. Un final muy pobre para la cena.

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