Los dublineses lo dan todo en Halloween, hasta el punto de matarte

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Los dublineses sienten verdadera pasión por Halloween y eso se nota en cuanto pones un pie en la calle. Lo notarías aunque vinieras del allende, como el eternauta de aquel extraño episodio de «Verano Azul». Es imposible no mostrar fascinación, y hasta admiración, por el decorado y el mimo que le ponen los irlandeses a sus casas, tiendas… y hasta farmacias (sí, sí, farmacias con brazos de plástico en los mostradores). Continuar leyendo «Los dublineses lo dan todo en Halloween, hasta el punto de matarte»

1 mes, 1 día y 1 deseo

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El deseo es sencillo: un trabajo. El mes y un día aquí se siente como bastante camino ya recorrido. Uno no está ya en ese periodo de transición en el que todo es «nuevo» y no tiene horarios ni rutinas. Ya es todo conocido y hay horas de levantarse, de comer y de irse a la cama. Nos solemos levantar a las 7.30, Loida para prepararse e irse a su trabajo y yo… yo para buscar un trabajo en Irish Jobs, Jobs.ie, Monster y ese timo llamado LinkedIn (ya os linké a todos, ¿dónde está mi recompensa?). Continuar leyendo «1 mes, 1 día y 1 deseo»

Algunos apuntes generales sobre Dublín

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A una semana de cumplir un mes en esta ciudad rica en Guinness y Lucozades, es la hora de dejar escritas algunas observaciones sobre Dublín, los dublineses y las señoras que compran jureles en el mercado:

  • En Dublín hay una pasión infinita por los cigarrillos electrónicos. No sé si lo que le ponen a estos dispositivos es más adictivo que la nicotina, pero que hay gente enganchada lo tengo clarísimo. Y la adicción no distingue entre castas sociales: lo fuman las irlandesas ejecutivas mega-maqueadas antes de ir a la oficina y lo fuman las knackers de las peores zonas de la ciudad
  • Hay menos gaviotas que hace cinco años (¿será que solo aparecen con la lluvia?… Llueve muy poco, llevamos algo así como UN MES ENTERO DE SOL, con un par de días de lluvia)
  • Hay menos españoles que hace cinco años (sí, he mencionado antes a las gaviotas que a los españoles… admitámoslo: los españoles no pueden volar, ahí perdemos claramente con las gaviotas)
  • Hay muchísimos más brasileños y exactamente los mismos polacos que antes. Diría que solo hay más irlandeses que brasileños y polacos.
  • Los carteles de negocios que ofrecen puestos de trabajo escasean
  • Aquí se sigue viviendo dos horas antes que en España: se come a las 12pm, se cena a las 7pm, se duerme a las 11pm
  • Aquí solo existen las horas en am y pm, no existen las 17:30, por ejemplo, para un irlandés eso sería como una hora zulú
  • El programa de Graham Norton es posiblemente el mejor late night que he visto en mi vida (ya, ya sé que eso es de la tele inglesa, pero aquí hay una fusión extraordinaria de canales ingleses e irlandeses… sí, ya tenemos tele)
  • Los dublineses son de tomar café fuera de casa, apenas hay cafeteras en las casas. Hay algunas de émbolo y poquísimas Nesspresso y similares. Las cafeteras italianas brillan por su ausencia, aunque nosotros (que somos de tomar café cada mañana) hemos comprado una cafetera casi-italiana en el IKEA (más sobre esta intrigante cafetera en nuestro próximo podcast)
  • La ausencia de cafeteras en las casas es muy sencilla de explicar: el té es su café. Se toman muchísimos al día. Es imposible encontrar una casa sin una kettle («hervidores eléctricos» que los llaman en El Corte Inglés, brrrrrrrr…). A Loida y a mí nos encanta el té y le pegamos de mala manera, con y sin leche, con y sin azúcar… pero por la mañana is the coffee what does the trick
  • Escribo esto un poco lleno tras haber comido una rica sopa que trajo Loida de su crepería (Andersons Creperie, por si venís a Dublín). A los irlandeses les encantan las sopas y un lunch a base de una sopa y un sandwich es la cosa más típica del mundo, algo así como un filete con patatas para esta gente
  • Las sopas son un pelín más exóticas y, para mí, más ricas que las de España (eso sí, a todo le llaman «sopa»: cremas, purés, lentejas, garbanzos… si se come con cuchara y no es un postre, ES UNA SOPA)
  • No existe el menú, sí hay los «three course meal» y parecido, pero a precios jamás contemplados por un menú (además, a dos hojas de lechuga con una salsa pueden llamarlo «course», así que resumiendo: nunca pidáis un three course de esos, pedid sopa y sandwich o, mejor, un plato rico de la carta)
  • La banoffee pie (tarta de plátano, galleta y caramelo) del Yamamori es una de las dos tartas más ricas que he probado en mi vida
  • Cheryl Cole (perdón, Cheryl Fernández Versini) y The X Factor siguen siendo los reyes (¿cuándo permitirán votar a Irlanda en el programa? Aquí se vive con tanta o más pasión que en el Reino Unido)
  • Por cierto, hablando de The X Factor, Tulisa (esta estupenda señorita que una vez fue «la nueva Cheryl») se ha hecho una cosa asquerosa en la cara y se ha quedado asín de fea
  • Sí, ver las pelis, las series y los programas sin subtítulos sigue costando un poquillo pero «Gone Girl», por ejemplo, la bordamos. Sí, sí, Loida y yo bordamos su entendimiento (sí, esta frase tiene sentido)
  • Argos, una tienda donde se compra todo viéndolo en un catálogo (no tiene expositores de los productos), sigue siendo una de las mejores tiendas de la ciudad
  • Sin embargo, D.I.D., una tienda de electrónica que encontraréis por Mountjoy Square (muy cerquita de nuestro piso), tiene mejores ofertas de teles
  • Observo que el irlandés o, al menos, el dublinés, tiene un notable e irónico sentido del humor. El dublinés, a la hora de la risa, es templado, reflexivo y muy irónico. Y le encanta darse palos y reírse de su condición de irlandeses, porque en el fondo aman ser irlandeses
  • Las pintas siguen siendo carísimas. Las cervezas de los supermercados, también.
  • Seguimos sin probar el Lucozade, el refresco nacional, ¿para cuándo?

Y por hoy son suficientes. Esta semana nuevo podcast, stay tuned!

Light House Cinema, unos cines como Dios manda

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El viernes pasado fuimos al cine. Y no al que tenemos pensado ir habitualmente (el Cineworld, que permite ir todas las veces que quieras pagando una tarifa plana al mes de unos 28 euros) sino a uno que había descubierto por internet desde Madrid y que me tenía encadenao. Se llama Light House Cinema y está situado en Smithfield, una zona muy chula de Dublín alrededor de la fábrica de Jameson (no solo de cerveza vive Dublín… también de whisky). Continuar leyendo «Light House Cinema, unos cines como Dios manda»

Los horarios de los cines

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Como podéis observar en la foto, los horarios de los cines son raros. «Espera un momento, Juan, ¿vas a llamar «raro» a cualquier cosa que no sea como en España?» «¡Exacto!». No es que hayamos tenido tiempo para ir al cine. En nuestra semana y poco en Dublín no hemos parado (bueno, vale, por la noche cenamos y hacemos zapping… hasta que lo acabamos dejando en the Food Network), pero dentro de poco iremos al cine, una de nuestras actividades favoritas. Lighthouse Cinema, el cine del papelito, son unos cines muy chulos y muy elegantes de una zona algo alejada del centro de los que ya os hablaremos en el futuro. Pero por ahora está bien detenerse en sus peculiares horarios de proyección: ¿»Boyhood» el domingo a las 15.20, el lunes a las 14.20 y el martes a las 15.10? ¡Pero si a esa hora la gente está echándose la siesta! Hay horarios peores: las 12.50 de un jueves, por ejemplo. Aaaaay, crazy people…

A reponer

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Mañana vuelve Anita Santos a su piso, aka El piso donde estamos viviendo como gumias desde hace ya más de una semana. Nos ha venido genial estar aquí por un millón de motivos: ahorrarnos los 200-300 euros de un hostel cutre de la calle de los hostels cutres, estar en pleno centro para ir a hacer papeleos varios de bancos, PPS Number (el número de la seguridad social de aquí -ya nos extenderemos sobre el tema-) y salidas a pisos, etc. Anita, como excelente host que es, nos dejó todo preparado como si fuera un hotel para nuestra semana aquí. El problema es que ella me dio la mano… y yo le cogí el brazo. He arramplado con varias cosas que no sé si eran para nosotros o no. En cualquier caso, esa es la lista de cosas que tengo que ir a comprar al Tesco (el supermercado de aquí, como fusionar el Carrefour con el Mercadona y añadirle unas gotitas del Alcampo) para reponerle antes de mañana.

PS. He pensando que «Anita Santos» puede ser un nombre excelente para nuestro negocio de churros (además de un homenaje a nuestra gran «facilitator» en nuestra nueva aventura dublinesa). Más sobre dicho negocio en un futuro post.