Tenemos nuevo piso, otro más, seguimos para bingo

Nos hemos mudado. Again. Como cuento en esta Tiny Letter (a la que te puedes suscribir para leer las cartas pasadas, las cartas futuras, y las del cartas del futuro alternativo en el que Biff es millonario), la mudanza se produjo in the middle of the pandemia y, a ver, no eran las fechas más aconsejables pero no eran las fechas que nosotros habíamos elegido. En la gran rifa de pisos que es el alquiler en Dublín, tú no eliges la fecha y a duras penas eliges el piso, es el piso el que te elige a ti. Y la fecha pues es apurarte todo lo que puedas para no perderlo. Porque aquí VUELAN. Porque la gente va a ver pisos con 2.000 euros en el bolsillo. ¿Crees que exagero? Esta es la ciudad más cara de Europa para vivir de alquiler si no contamos Londres. Vale, Moscú, Zúrich y Ginebra la superan pero hablo de ciudades reales donde la gente viva y trabaje. Moscú es una fake city creada por Estados Unidos y ¿las otras tres? ¡Já!

El piso está en PLENO CENTRO, que es el centro del centro, el núcleo con Hilary Swank. Y esto es fantástico porque, en cuanto pase el Coronavirus, podremos hacer “vida de barrio”; es decir, salir de casa y encontrarnos con tiendas, personas, lugares… VIDA. En nuestro anterior piso no había una sola tienda a la redonda y las personas que había eran knackers subidos en burros o golpeando a ponys desde un carricoche… mirad, Dublín puede ser un asalto para los sentidos (literalmente, un asalto, una ciudad que te ataca con una navaja, LA PROPIA CIUDAD). El factor localización es genial, tenemos el tranvía a dos patadas y varias paradas de autobús que ídem de ídem, podemos ir andando a los Docklands y a todas nuestras tiendas, restaurantes y cines de confianza. Además, el piso (aquí a un piso lo llaman “apartment”, a un apartamento lo llaman… no lo llaman de ningún modo, no existen los apartamentos, son casas normales) está situado en un recintito cerrado y recogido, ajeno a los ruidos y muchedumbres, además rodeado de una especie de estanque o lago que da una paz muy bienvenida. Lo único malo de la location diría que son las gaviotas que revolotean sobre el agua y que convertirán nuestras salidas a la terraza en un reto; al menos, las primeras.

El piso en sí está guay, es bastante más pequeño que el anterior (o “compacto” que dicen en los anuncios…) y también 400 euros más barato al mes así que bienvenido sea el compactismo. Y hasta los compact-disc si quieren volver. La cocina me gusta especialmente, me recuerda a la primera que tuvimos en nuestro primer piso ever en Dublín, y está todo super-nuevo (qué profunda pena me da lo mucho que vamos a ensuciar esa vitrocerámica tan limpia y pura). El salón es pequeño pero no hace falta más, el sofá es un hit y el mueblecito para la tele ídem. Además, hemos encajado nuestras estanterías perfectamente entre el salón y el dormitorio, que también está bien. El baño viene a ser lo mismo, pequeñito pero bien cuidado, todo limpito, correcto. Antes teníamos un cuarto de invitados sin usar, dos baños que no hacían falta, una terraza de escaparate, la plaza de garaje vacía… no necesitábamos nada de todo aquello (long story short: acabamos en aquel piso cuando teníamos que pillar uno sí o sí o nos quedábamos en la calle). Me encanta mi nuevo piso. Tengo muy buenas sensaciones. Y, ahora mismo, con esto me basta. A ver si podemos construir desde aquí.