10 cosas rarísimas de Dublín

???????????????????????????????

Puede que en el podcast que hacemos Loidita y un servidor nos centremos demasiado en nuestros quehaceres diarios. Bueno, es así. Es por ello-oye que nos dejamos en el tintero temas importantes. Los banales. Que son los importantes. Banal. Tema nacido de un banano. Uno de esos temas son las cosas rarísimas que hace la gente de Dublín y que ya empezamos a asumir como normales… CUANDO NO LO SON. Porque nos han vendido la moto de que todos somos europeos y que cuando uno viene a la capital de Irlanda no tiene de qué asustarse, pero… ¿hay cosas de las que asustarse en Dublín o no las hay? Sí, sí las hay (si la respuesta hubiera sido «no» este sería un post realmente breve). Sin más dilación, he aquí 10 cosas raras, peculiar-weird de esta ciudad:

1. Hay borrachos a todas horas en todas partes: Te levantas temprano, a las siete, para ir al bus que te lleva al trabajo, y te puedes cruzar fácilmente con dos o tres borrachos, absolutamente desnortados, zigzagueando por las calles del centro. ¿Sales el domingo a las 6 a tomarte un café? El encuentro con el borracho, bordeando los pasos de cebra, es inevitable. El irlandés no borracho ha asumido al irlandés borracho como a ese cuñado al que hay que aguantar en cada cena de Nochebuena. Solo que es una Nochebuena diaria. Y también es cierto que no hay conversaciones de por medio. Con lo que es mucho más asumible que el cuñado. Aunque huela peor.

2. El inglés de aquí no es el que nos enseñaron en el colegio: Aquí le dan tantas hostias al diccionario que Chuck Norris está pensando en protagonizar la película. La cantidad de cates que le dan al inglés es notable. ¡Son cates de ellos mismos! ¡Ellos se agreden a sí mismos! They are fightclubbing themselves!, que dirían en una de las frases más afortunadas de «Horrible Bosses 2» (puedes leer mi mini-crítica del film en mi cuenta de Letterboxd). Por ejemplo, la «R» no se dice «ARRR» a lo marinero, que es como me lo enseñó Isabel Conejos, mi profe de inglés (una de las profes a las que más respeté). La «R» aquí se dice «ORRRR». El irish tiende a la «O». El canal estatal, RTE, no se dice «ARRR-TÍ-Í», se dice «ORRR-TÍ-Í».

Pero lo mejor es que aquí no existe el plural: Las verduleras anuncian sus cogollos y tomates al grito de: «10 TOMATOES 2 EUROOOOOOO!!!» Es decir, «dos euro». Aquí la unidad monetaria, en este caso el euro, carece de plural. Los tomates ya te pueden costar 320 euros, que aquí te van a decir «320 EURO». Por cierto, si compras 320 tomates es que eres un hombre enfermo, o un hombre plenamente concienciado de la Tomatina de Valencia. Lo das todo por la Tomatina. Y no son solo las verduleras de Moore St. las que recortan la «S» de «Euros»; hemos detectado el uso del singular monetario en otras tiendas y personas. Me da que es incorrecto, pero no estoy yo para controlar ortografías extranjeras, gramáticas forasteras.

???????????????????????????????

3. La gente come muy raro: Incluso para mí, que hice mis pinitos de juventud con bocatas de mayonesa y patatas fritas de bolsa. A la hora del lunch en mi trabajo, lo más normal es ver a las chicas irish comiendo un bol de patatas fritas. A PALO SECO. Ese es todo el lunch. Luego tienen cosas como «sausage rolls», que son salchichas precocinadas metidas en un hojaldre industrial, hmmmmm, yummy yummy. ¿El plato típico de aquí? No, no son las fish & chips; es el bocata de pollo. En serio. Lo veréis anunciados en los SPAR, CENTRA, GALAS y otros delis como «Chicken Fillet» o «Chicken Roll» y consiste en lo siguiente: un filete de pollo rebozado cortado en trocitos, metido en una baguette untada de mantequilla y mayonesa, con lechuga y rodajas de tomate. Cuesta entre 2 y 3 euros, depende de donde lo pilles. (No os voy a engañar, cuando el hambre aprieta es un atajo rápido, efectivo y absolutamente dirty).

4. Los autobuses son un despelote: Los autobuseros no aceptan billetes y, lo que es aún peor, no te dan cambio si no llevas las monedas justas. En teoría, te tienen que poner en el ticket cuánto has pagado de más para, más tarde, ir tú en persona a la central de autobuses (en pleno centro, es accesible) a reclamar tus 20/40/60 céntimos. El problema es que los tickets se pierden, que nunca los llevas en el bolsillo o que, directamente, el autobusero no te ha puesto lo que le has pagado de más (lo valoran a ojo según echas las monedas en el pequeño pebetero). Que en el año 2015 estemos contando las moneditas cuando deberíamos estar pagando EN HUELLAS DACTILARES (sabías que es así), clama al cielo. La alternativa a este asco humano es la Leap Card, que también tiene sus problemas pero es mejor que lo otro. Aunque claro, luego leo en el Irish Independent que todo el dinero no reclamado va cada año a causas benéficas y se me ablanda un poco el corazoncito… Casi dos millones de «euro» es una ayudita muy buena para la gente que lo necesita.

???????????????????????????????

Y hablando de buses, aquí la gente no sabe hacer colas. Ni para subir al autobús ni para nada. Entre que las hacen del otro lado y que nadie se queja demasiado cuando otro se cuela, esto es un despilporrio que no se puede aguantar. Vale, en los supermercados se respeta. Pero en general las colas de aquí no son de fiar. Las filas de personas, me refiero.

5. Los pasos de cebra son ideales para Usain Bolt: Los pasos de cebra (que ni están pintados con rayas blanquinegras zebras style ni sabemos cómo se llaman en inglés) existen; lo que no existe es EL TIEMPO PARA CRUZARLOS. El 99% de semáforos de este país tarda más tiempo del normal en ponerse en verde para los peatones, y cuando se pone apenas te da 7-8 segundos para cruzar la calle. Al segundo 3 ya tienes al muñeco de color naranja y tienes que empezar a apurar el paso sí o sí, si no quieres que los reno-coches te asfalten. Si Loida y yo tenemos que mover el culo para cruzarlos a tiempo, ¿¿qué no tendrán que hacer las señoras de 80 años con sus carritos de la compra??

6. El número tres se dice «tree», como árbol: Permitidme que vuelva a la lengua, como María Lapiedra en gran parte de su filmografía. «Tres» se dice aquí «Tree», y la «h» a tomar por culo. Que si dices «zree», con z, que es como nos lo enseñó a todos Isabel Conejos, te van a entender… pero ellos lo pronuncian con la T. Me gustaría un día ponerle un reto a un irlandés: que dijera en inglés la frase «En el bosque de mi Tía Enriqueta solo hay 33 árboles». Hay alguno que entraría en barrena, que implosionaría, su mente no encontraría salida. Porque sí, el número 33 se dice «tertitrí». En serio. Y hay polacos que, adoptando las costumbres locales, también lo dicen así. Siento dolor.

7. Hay mucho mendigo joven pidiendo en las calles: Vaso de papel en mano (generalmente del Insomnia, Costa Café o cualquier otra cafetería local), son muchísimos, demasiados sin duda, los jóvenes que piden dinero («spare change, please», o sea, lo suelto) por la calle. Son absolutamente inofensivos y respetuosos. Y es una pena que haya tantos. Lo raro de la situación es que un gran porcentaje de ellos son gente joven. Y sí, es triste que lo «normal» sea que haya mendigos de otra edad, de cualquier edad. Hace poco vimos un documental de 3, un canal de aquí, en el que conocimos que hay muchas asociaciones y albergues que cuidan (algo) de ellos. Evitar que mueran de frío en la calle en las duras noches dublinesas (cosa que ocurre con cierta y penosa frecuencia) es una de las prioridades de estos grupos.

8. Los carritos son de cuatro ruedas: Aquí los que llevan las señoras a la compra son de cuatro ruedas. Así hacen también de taca-taca, cosa muy estimable. Y hay madres (jóvenes y absolutamente chonis) que usan el carrito del bebé como carrito de la compra alternativo. Algo así como el Turbo-bestia de Biff con respecto al Aeropatín normal.

9. Todo son farmacias: Tanto si te duele la cabeza como el fistro duodenal, puedes comprar un buen cargamento de medicinas en supermercados y tiendas varias como Tesco o Boots. Aquí se lleva la automedicación a tope. Si quieres cosas ya un poco más específicas, pues sí, a la farmacia de toda la vida.

10. Bordan los cafés en cualquier sitio: En Madrid, al menos en mi caso, esto era una moneda al aire. A lo mejor Bar Paco te hacía un café con leche espectacular, pero al día siguiente Cafetería Manolo te despachaba un agua chirri tristísima. En Dublín el nivel está mucho más alto. La gente goza el café y lo exige perfecto, siempre. Y lo tienen perfecto. Si vienes a Dublín, te recomendamos casi CUALQUIER CAFETERÍA DE LA CIUDAD. Los baristas suelen bordar cualquier tipo de café que pidas. Con su dibujillo encima y todo. Y hasta se pueden crear bonitas historias de amor con un café de por medio. Con que no entres en ningún local de las cadenas INSOMNIA o KC PEACHES, estás seguro…

???????????????????????????????

Tengo trabajo

Ya tengo una badge, o sea, una tarjeta de empresa que cuelga de un cordel…

… lo que significa que ya tengo trabajo. Empecé el lunes pasado y solo puedo decir que estoy madrugando mucho (algo que a los que llevamos mucho sin trabajar como que nos cuesta) y que el trabajo no es exactamente lo que esperaba. Daré más detalles en nuestro próximo podcast (así los cuatro gatos que lo escucháis sabréis cosas que nadie más sabe, ¡já!), pero antes de eso quiero dejaros un recuento de los acontecimientos que me llevaron hasta mi trabajo. La cosa se puso calentita el viernes 16 de enero, que es cuando escribí las líneas que siguen…

Escribo esto hoy viernes 16 de enero:

  1. Voy a Non plus ultra (las afueras de Dublín, a exactamente una hora en autobús del centro) a hacer una entrevista en una empresa, a la que llamaremos Pastelitos Paco. Una agencia de trabajo temporal me llamó el día anterior y, con prisas y buena voz, me dijo que el trabajo me estaba esperando el lunes si hacía bien esta entrevista. La entrevista va bien, es sencillita, parece una pura formalidad. A poco que demuestre que mis pulgares son oponibles y que mi boca puede expulsar palabras yo diría que me dan el trabajo.
  2. Así es. En el autobús de vuelta al centro de Dublín, primero llaman a mi compañera y luego a mí. Los dos hemos conseguido el trabajo. El lunes empezamos el «training» (un concepto interesante: todas las empresas se toman unas cuantas semanas para formarte antes de ponerte a desfilar), we are the champions my friend.
  3. Otra empresa, a la que llamaremos Madalenas Mari en la que ya había hecho dos pruebas (de inglés y de lógica deductiva -en serio-) y dos entrevistas (con CUATRO personas distintas) me pide por email que les rellene un cuestionario de salud, que lo imprima, que lo firme, que lo escanee y que se lo mande de vuelta. Y que les pase teléfonos y direcciones de email de al menos dos antiguos jefes para poder contrastar opiniones sobre mi «character». «Ah, genial, pero… ¿cuándo empiezo con vosotros?». Respuesta: «Hmmm, bueno, lo que te puedo decir es que has pasado la segunda entrevista y que ahora el siguiente paso del proceso es comprobar tus referencias y obtener ese documento médico y…». ¿?¿? ¿Pero estoy dentro o no estoy? Todo esto en inglés, claro, lo que me previene de preguntar cosas decisivas como: «¡Pero qué me estás contando, muchacho!»
  4. Al llegar a casa del viaje de vuelta de Pastelitos Paco se me ocurre lo siguiente: Aplazar una firma del contrato con Pastelitos Paco todo lo que pueda, iré el lunes al training y lo daré todo, pero no firmaré ni una mísera servilleta, a la espera de una llamada de Madalenas Mari (que ofrece mejores condiciones, sobre todo mejor sueldo) confirmándome que estoy dentro de su empresa. El problema llega al consultar Gmail, los de Pastelitos Paco me mandan un mail con 5 documentos informativos, esto, lo otro, lo de más allá… y me piden que les devuelva firmado el email aceptando dos párrafos que vienen a decir que contestando a ese email y entendiendo las condiciones propuestas, acepto la oferta de trabajo en Pastelitos Paco. Empiezo a subirme por las paredes, al mejor estilo Linda Blair. ¡Pastelitos Paco me dice que empiezo el lunes y que firme ya, carallo!
  5. La trama se complica cuando los de Madalenas Mari necesitan más tiempo: no quieren el teléfono de Recursos Humanos de la antigua empresa donde trabajé en Dublín, a la que llamaremos Hojaldradas Danilo (sí, Danilo, es un nombre sensual); sino el teléfono directo de la que fue mi manager. Contacto con una antigua trabajadora de Hojaldradas Danilo para que hurte los datos. Por política de empresa, Hojaldradas prohíbe a cualquier trabajador dar datos personales de ningún compañero. Le insisto a la antigua trabajadora y consigo al menos el email de mi antigua manager en Hojaldradas. Le escribo un correo detallándole mi situación y recordándole quién era yo (al fin y al cabo han pasado ya más de cuatro años de aquello), para acabar suplicándole un teléfono al que los pesados de Madalenas Mari puedan llamarla y charlar sobre mí al calorcito de un té con madalenas (este detalle puede o no ser verdad). Mi antigua manager, elegantamente y con cierto dolor, me dice que por política de empresa, en Hojaldradas no dan referencias de nadie, tal cual, ¡menudos son en Hojaldradas! Así que le digo al de Madalenas Mari que he removido Roma con Santiago (= Romiago, the city) y que no hay forma, que o llama a recursos humanos de Hojaldradas o no podrá comprobar si trabajé allí, dale que dale a los hojaldres.
  6. El tiempo pasa y el «firma este email» de Pastelitos Paco, que se sigue pareciendo mucho a un contrato pero no es un contrato, me mira con ojitos de cordero degollado. Es verdad que más vale pájaro en mano que ciento volando, pero esos que vuelan en teoría los tengo en la cazuela… ¡solo falta que los de Madalenas Mari llamen a los telefonitos que les he dado y listo! En fin, como sigo queriendo mantener las dos bolas en el aire, se me ocurre una trola gana-tiempo de primer nivel: llamar a la de Pastelitos Paco y decirle que no he llegado a casa, que no he visto ningún email, que no llegaré a casa hasta la noche, que si me puede decir a qué hora acaba el training del lunes. Por mí, como si acaba a las 23 horas zulú, lo único que quiero es colar el mensaje anterior: «no casa, no leo nada, no sé nada de contratos, todo sigue fluyendo…». Pero la trama la complico yo mismo: al buscar en «RECEIVED CALLS» del día anterior, llamo al número que no era y pregunto por mi contacto de Pastelitos Paco a… tachán tachán… ¡mi contacto de Madalenas Mari! Es lo que pasa cuando tienes dos llamadas recibidas del día anterior a casi la misma hora y hechas casi con el mismo número. Y cuando eres un absoluto zote. Reconozco la voz del de Madalenas Mari y creo que él me reconoce a mí, le digo adiós a toda prisa y cuelgo cuando me dice que he llamado a Madalenas Mari y no a Pastelitos Paco. ¡¡Voy a perder los dos trabajos por zoquete!!
  7. En plena crisis existencial («el de Madalenas Mari sabe que estoy coqueteando con Pastelitos Paco y ahora nunca comprobará mis referencias y me dejará tirado en una cuneta!), armo otra idea loca: volver a llamar al de Pastelitos Paco. Primero para BLOQUEAR lo de «¿Estoy llamando a Pastelitos Paco?» y segundo, y ya que estamos, para preguntarle directamente por lo de mis referencias, que si ha llamado ya y ha comprobado que soy una cosa excepcional, que si estoy dentro ya, leñe. Llamo e invento una excusa baratísima, que no compraría ni un niño de cuatro años («Perdón por lo de antes, estaba haciendo una cosa para mi novia, no te reconocí»)… pero le pregunto por lo que me interesa: QUE QUÉ HAY DE LO MÍO. Me dice que es una pena que no pueda darle el teléfono de mi antigua manager en Hojaldradas Danilo, que le encantaría poder hablar con ella sobre mí, porque necesita conocer de primera mano cómo soy yo y blablabla. Me dan ganas de decirle al de Madalenas Mari que si es que se cree que trabaja para LA PUTA NASA o qué, haciendo pruebas, entrevistas y comprobaciones del pasado de la peña como si tuviera que ir a un asteroide a perforarlo y detonarlo como Harry Stamper… pero me contengo. Lo que le digo es que, como ya le he explicado, es política de empresa de Hojaldradas Danilo no decir ni mú sobre la gente que ya no «sigue con nosotros» (esto me lleva a pensar, ahora, que Hojaldradas Danilo es un poco Iglesia de la Cienciología: estás, te amo, sales, te borro…). El de Madalenas Mari, pesado como es él y su empresa madalenera, me dice que si no sería posible que yo le diera SU TELÉFONO, el de Madalenas Mari, a esa antigua trabajadora que conozco en Hojaldradas Danilo (la que me proporcionó el email de mi ex-manager) para que ELLA LES LLAME A ELLOS, a Madalenas Mari. Bueno, mire usted, NO. Esto no es jauja. Quiero trabajar en Madalenas Mari, mucho, pero hasta cierto punto. Si fuera usted Henry Cavill o Amy Adams haría el esfuerzo, pero siendo usted EL PESADO DE MADALENAS MARI creo que ya he hecho suficiente. Si quiere, le digo, le puedo dar otra referencia o puede usted llamar a Recursos Humanos Hojaldrados, que para eso está el departamento, NO QUIERA USTED PUENTEARLOS. NO QUIERA USTED MADALENO-PUENTEARLOS. El tipo, resignado, me dice que bueno, que le pase por mail otra referencia laboral.
  8. Frustrado por como está yendo el día desde que volví de Non Plus Ultra, donde está la sede de Pastelitos Paco, pienso cómo seguir con las dos pelotas en el aire. El proceso con Madalenas Mari se está alargando hasta el infinito, a estas alturas debería estar ya todo comprobado y ready to go, pero sigue estando lejos. Mientras, Pastelitos Paco cree que no llegaré a casa hasta la noche y que no será hasta entonces cuando vea el email que no sé pero sí sé que han mandado diciéndome «que lo firme a modo de contrato» (¿?). Sí, tras llevar tres meses penando por las aceras en busca de un trabajo, me niego a firmar la primera oferta de trabajo que me hacen para empezar inmediatamente. Así está el patio. Hablo con Loida de lo raro que es eso de «firmar un email a modo de contrato»…

No me dio tiempo a escribir más, pero aún hubo un par de giros en la trama. Resumiendo: trabajo para Madalenas Mari. TO BE CONTINUED.