Yo siempre he otorgado más ese papel de «psiquiatras/psicólogos del día a día» a los peluqueros y no a los camareros. Siempre me he movido en peluquerías cutres y ponzoñosas, además. Soy cutre, no lo voy a negar. No me interesan demasiado los estilismos ni los adornos. Hace años durante una época (quizá tres meses) me dediqué a ir a un sitio fashion de Madrid, donde para cortarme la barba me quemaban las puntas wild con nosequé producto y me ponían un Nespresso mientras esperaba mi turno. Chau chau y bulebú. He vuelto a mis orígenes. Yo lo que le pido a un peluquero no son arabescos sino que reduzca la cantidad de pelo. No exijo más, pongo el listón bajo. Quizá que no me corte las orejas. (Pelón peleo las orejillas te han cortao, decía mi abuelo). Y, retomando lo que decía en aquella primera frase ya lejana del post, quizá también les pida una miajita de conversación, un contarle a un desconocido qué tal todo. No siempre me apetece, a veces en los taxis me disgusta profundamente, pero a veces se agradece. Y no sé porqué, en las peluquerías estoy muy abierto al diálogo. Quizá porque tanto tiempo rato callados dos señores el uno frente al otro es más incómodo que cualquier conversación incómoda.
En fin, que ya había encontrado un peluquero de confianza en Dublín, en Capel Street, una calle donde hay de todo y que está muy bien. El señor es bastante agradable, usa las tijeras como un profesional (salgo con menos pelo y las mismas orejas) y me suele dar una conversación animada, picoteando aquí y allá, con ese aire alegre y despreocupado de los irlandeses, aceptando la vida como viene, sin más. Pues bien, ayer en el trabajo intenté ver a qué hora abrían por la mañana porque hacía mucho que no iba (insisto, solo busco de estos sitios que corten una cantidad determinada de pelo)… y acabé dando con las opiniones de los usuarios, of course. ¿Hay algo que no se puntúe hoy en día? En fin, que es alucinante el contraste que hay entre las dos reviews que leí. Veamos la primera:
Madre mía, que si el peluquero necesita un entrenamiento para ponerse al día en cómo se corta el pelo en el siglo XXI, que está yayo, que le hizo un destrozo, que en su trabajo fliparon al ver lo mal que le habían dejado… Pues bien, atención a la opinión del tipo que llegó después, un señor llamado Ben Waymark, que en apenas cuatro palabras (es decir, unas cuatrocientas menos que el anterior), cerró el debate:
«Señor majo, corta el pelo». You, sir, just won the internet.